Nos habló muy bonito de las grandes cualidades agrícolas de su tierra, de todo lo que había plantado con éxito, de la gran cantidad de mazorcas de cacao que cosechaba en sus dos hectáreas plantadas; entre otras floreadas mentiras comúnes del sector. Hasta que llegó a la cuota.
Lo primero no se lo creí porque algo sabíamos con mi compañero de agricultura y tierra, pero lo segundo, aunque sería algo muy raro en otros lugares, en Ecuador me pareció algo probable - recordemos nuestro realismo mágico - así que escuché con oído crédulo.
"¿La cuota?" - pregunté - "Si ingeniero la cuota. Lo que hay que dar a las FARC para que nos protejan." Más asustado que sorprendido continué: "Pero, ¿pasarán por aqui esos tipos? Y además, ¿pagarles cuanto o con qué cosa, y para que nos protejan de quién?" Casi molesto por nuestra inocencia nos dice: "Pues se les paga con dólares si se puede, prefieren eso; 500 mensual se les paga. Si no con lo que se tenga y valga más o menos la cuota y les sirva. Y nos protejen de ellos mismos pues, o sea no nos hacen problema si les pagamos."
Estábamos asustados, no por el hecho de la guerrilla rondando por el sector, pero por el hecho de que la gente de los alrededores consideraban como normal el pago a la guerrilla para no hacerles daño.
Y pues bueno, digan lo que digan las autoridades la guerrilla colombiana está ya dando vueltas por nuestras tierras.
Realismo mágico, que mas podría ser.
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